top of page

HISTORIA

  Sarah Wilson nació en el seno de una familia adinerada, que vivía en una localidad cercana a una montaña donde estarían grandes cantidades de hierro para la fabricación de armas para el reino. Aunque aquel negocio resultaba de lo más lucrativo, en la mina empezaban a escasear los preciados metales. Las prospecciones en laderas colindantes y otros montes cercanos no llegó a encontrar nuevas vetas. Y la familia, viendo como su principal fuente de ingresos empezaba a menguar a un ritmo demasiado acelerado, empezó a prepararse para una inminente emergencia. El cabeza de familia, Rodolf Wilson, empezó a afianzar viejos acuerdos comerciales y ha cobrarse diversos favores. Su principal preocupación era que sus cuatro hijas se viesen en la tesitura de afrontar una quiebra ineludible. Aprovechando el desconocimiento de su situación del resto de casas nobles y burgueses, logró casar a las tres hijas menores, asegurando con ello su sustento. Pero no logró encontrar a ningún pretendiente adecuado a las exigentes peticiones de su hija mayor.

​

  Sarah había sido una niña con una capacidad innata para las matemáticas, la geología y el arte del comercio. Había aprendido desde su infancia a distinguir los diferentes materiales que conformaban las capas de tierra que se sedimentaban sobre las laderas y ha localizar con cierta precisión pequeños yacimientos de diversos metales preciosos. Era capaz de hacer prospecciones por su cuenta y se había encargado de llevar las finanzas de la familia desde que su madre falleció en un desprendimiento cuando se dirigía de visita a una familia que vivía en un pueblo cercano. Una enorme roca se desprendió justo cuando recorrían un sendero de montaña y arrasó con el carruaje y sus ocupantes. Nadie sobrevivió.

​

  Viéndose la mayor de las cuatro, y tras la trágica perdida de su figura materna, asumió para sí los deberes y obligaciones de su madre. Se dedicó en cuerpo y alma a que las cuentas cuadrasen, a que sus hermanas pequeñas aprendiesen los valores de una buena educación y un constante enriquecimiento personal. Logró que la pequeña cultivase su amor por el arte, que la mediana consiguiese mejorar en sus clases de piano y que la mayor adquiriese una gran maestría con la pluma y el manejo de la literatura. Todas ellas habían crecido y fomentado distintas ramas artísticas que las hacían mucho más interesantes a ojos de los hombres más simples. Pero ella, por contra, había fortalecido su determinación y su intelecto por medio de la crudeza de los números y la serenidad de la tierra. Cuando su mente no era capaz de soportar más presión, se relajaba practicando el tiro con arco. Una practica heredara de su padre, quién no veía con buenos ojos que una mujer supiese manejar un arma. Pero por mucho que insistiera, ella tenía la tenacidad, el temple y la determinación suficiente como para mirarle a los ojos y rechazar sus pretextos.

​

  - Mi deber como la próxima cabeza de familia, es el de preservar y engrandecer nuestro apellido. Puede que tú hayas tirado la toalla, pero yo no pienso rendirme hasta haber traído de vuelta la grandeza a nuestra casa. Y para ello, debo ser sabia a la hora de hablar, astuta a la hora de descubrir las mentiras, inteligente para no dejarme engañar y fuerte para poder defenderme aun en caso de encontrarme en inferioridad.

​

  Repetía cada vez que su padre sacaba el tema, como una oración que cada vez que recitaba le infundiera el coraje necesario para plantar cara a cualquier situación. Con el paso de los años, y tras el cierre de la mina, su padre enfermó y murió. Viéndose sola y con el pleno control de los distintos permisos mineros y los capataces de la mina, emprendió un largo viaje que duró cerca de un año. Cuando volvió, utilizó los últimos remanentes de dinero que quedaban en las arcas familiares y lo arriesgó todo a una sola carta. Abrió una pequeña mina en una colina que todos habían pasado por alto, en una zona apartada del pueblo y de difícil acceso. Ahí, con todos los pronósticos en contra, hallaron una veta de oro puro. Con los beneficios de aquella mina, abrió pequeñas minas en distintas laderas que había marcado en su mapa como posibles fuentes de metales preciosos. Y aunque en algunas, los resultados no fueron los esperados, en la mayoría encontró suficientes menas como para costear los gastos de las minas y de su familia por varias generaciones.

​

  Había traído de vuelta el renombre a su familia, pero aún quedaba más por hacer. Pues aunque la base ya había sido cimentada y había demostrado ser productiva, necesitaba restaurar los acuerdos comerciales que se habían roto con el paso del tiempo durante el declive de su familia. Una larga tarea la aguardaba.

bottom of page